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El baño turco se basa en el concepto de que el agua es salud, incluso cuando es vapor. Un tratamiento de belleza que tiene en cuenta esto, y que desde la antigüedad se ha venido practicando, te ayudará limpiar el cuerpo, y, sobre todo, a relajarte.
Este tipo de baño se caracteriza por tener un calor húmedo, que, según los casos, puede llegar a alcanzar el 100% de humedad y temperaturas de entre 55 y 70 grados.
Esto es, justo los efectos contrarios del sauna, el cual tiene un mínimo porcentaje de humedad (15-20%) y alcanza temperaturas algo más elevadas, entre 80 y 90 grados centígrados.
Los efectos positivos del baño turco pasan por ser tanto físicos como mentales.
Gracias al vapor de agua, los poros del rostro se dilatan. Con esto se consigue favorecer una piel suave y libre de impurezas.
Los efectos son especialmente positivos en el rostro.
Esto consigue reducir los problemas de la piel, como puedan ser el acné o la dermatitis.
El vapor de agua consigue estimular el sistema nervioso, favoreciendo la circulación y la relajación.
El baño turco también es perfecto para recuperarse de los grandes esfuerzos.
Pues, al tomarlo, se consigue que el sistema cardiorrespiratorio aumente su capacidad de intercambio de oxígeno.
Por otro lado, el vapor de agua humidifica las vías aéreas lo que es un efecto perfecto para la sinusitis, los resfriados, la tos y otras enfermedades y problemas respiratorios.